Maquiavelo y López Obrador
Maquiavelo y López Obrador, El Jicote, por Edmundo González Llaca.
Maquiavelo afirmaba: “Gobernar es hacer creer”. Si Ustedes, estimados lectores, como afirma López Obrador, creen que el proceso de elección interna del candidato presidencial de Morena es legal y democrático, están ustedes dispuestos para creer que existe Santa Claus y que tiene su fábrica de juguetes en el Polo Norte.
El consejo nacional de Morena aprobó el domingo pasado las reglas internas para el proceso de elección de su candidato presidencial.
Días previos, López Obrador ya había designado los nombres de los “títere latas” y les había exigido que renunciaran; el día de la reunión del Consejo se leyó el documento preparado por el mismo Presidente; en el texto definió el proceso; especificó las prohibiciones; determinó la encuesta; señaló los premios de consolación para los derrotados.
Bueno, pues ahora lea bien lo que nos quiere “hacer creer”. Y es de no creerse su cinismo y descaro; ha perdido todo pudor y vergüenza. Afirma el Presidente que no se metió ni se meterá en el proceso de elección interna del movimiento; no hay tapadismo; en el Consejo no hubo línea. Si Usted cree rodo esto, ya está Usted preparado para creer en Batman y Superman.
Según la ley electoral no se puede hacer campañas hasta noviembre, Morena ya empezó y tendrá candidata (o) en septiembre. El Presidente nos quiere “hacer creer” que no viola ninguna ley, pues no será un candidato presidencial sino que será un Coordinador (a) de la Defensa de la Transformación; no habrá mítines sino asambleas.
Para el Presidente las violaciones a la ley dejan de existir si le cambia de nombre a la realidad. No es Chana es Juana, así que el INE está impedido para fiscalizar la encuesta y los recursos. Si Usted cree en esa burda trampa leguleya, ya tiene el pasaporte para creer que los víveres destinados a Turquía y descubiertos en mercados de la capital, no los vendieron las autoridades, lo que pasa es que los dieron a los comerciantes para que los envolvieran y enviarlos a los turcos como de regalo. Maquiavelo, Maquiavelo, Maquiavelo, Maquiavelo, Maquiavelo
Las prohibiciones a los precandidatos me recuerdan un chiste que escribió mi buen amigo Guillermo Castellanos. Una esposa no puede acompañar a su esposo al banquete de una boda y le da instrucciones de cómo comportarse: “No platiques con desconocidas, no cenes, pues te puede caer mal; no hables de futbol ni de política, no bailes ni bebas. Tú limítate a divertirte”.
Los precandidatos no pueden hablar con medios de comunicación “adversarios”. No pueden tener debates públicos, ni señalar diferencias entre ellos. Las “títere latas” deben limitarse, no a competir, sino a participar en una carrera de costales, en las que el organizador, los puede empujar o tirar. No somos como los priístas, este proceso, afirma López Obrador, es totalmente democrático.
Las mentiras que el Presidente nos quiere “hacer creer”, ruborizarían al mismo Pinocho, al leerlas, no sé si reír, llorar, angustiarme, ponerme a rezar o irme a la peregrinación para pedirle a la Virgen que nos haga el milagro de que López Obrador nos deje algo de país. Que no lo destruya todo. A la realidad, a la verdad y a la ética, ya las escupió y arrojó a la basura.
El Jicote, por Edmundo González Llaca.
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