Cultura

Juana Bravo Lázaro apuesta por preservar la lengua y el textil

La ganadora del Premio Nacional de Artes y Literatura 2024 en la categoría de Artes y Tradiciones Populares Juana Bravo Lázaro, señala que en Santiago Angahuan, Michoacán, todo el pueblo habla purépecha

 

Uno de los mayores retos que enfrenta Juana Bravo Lázaro, ganadora del Premio Nacional de Artes y Literatura 2024 en la categoría de Artes y Tradiciones Populares, es la preservación de la tradición del textil de Santiago Angahuan, en Michoacán. Esto, porque en su comunidad gran parte de sus habitantes ya no adquieren ni portan las prendas tradicionales, y las han sustituido por ropa comercial.

La preocupación más grande que yo veo es que las jovencitas de 12 o 15 años ya utilizan su vestimenta con pantalón, playeras y sudaderas, pero antes no era así. Esa vestimenta está cambiando lo original del pueblo, porque la vestimenta de aquí era diferente. Para mí, es una preocupación porque más adelante ya no se pondrán sus enaguas ni sus rebozos y ya nadie sabrá que somos purépechas, como ya se perdió en muchos pueblos, como en San Juan Nuevo, Uruapan y otros pueblitos alrededor de Angahuan. Esa es una preocupación para la tradición del pueblo y su cultura”, expone.

Juana Bravo

¿Qué significa para usted este premio? “Para mí es un orgullo y también para la comunidad. Nunca pensé recibir ese premio, porque como yo no hablaba español y no tengo ningún estudio ni profesión, no creía haber recibido el premio. Pero estoy feliz, muy contenta y hasta ahorita ya estoy entendiendo que el trabajo que yo hago es muy valorado para todo México, no sólo en la comunidad. Yo he trabajado mucho por México y no esperaba ningún premio o recurso para mis necesidades.

Nunca conté a nadie cómo estaba tan difícil para mí (la situación) económicamente, sobre mi trabajo y la crítica que tenía en el pueblo. Pero se logró. No sé cómo Diosito hizo para que (este premio) llegue en nuestras manos y ahora puedo ayudar a la gente de la comunidad de las que más necesidad tienen, como antes yo tenía”, explica.

¿Qué tan difícil es la convivencia del español con el purépecha en su comunidad? “Todo el pueblo habla purépecha, así que estamos protegiendo la lengua, porque sí tenemos aún la práctica de hablar nuestra lengua con la familia y con los niños, con mis nietas. Pero (en la comunidad) sí están hablando un poco más en español, porque los niños van a la escuela y lo aprenden. Entonces, sí es una preocupación que no se pierda (la lengua), porque el hablante viene de generación en generación”.

Juana Bravo, quien es una tejedora de telar de cintura que utiliza lana y que confecciona atuendos tradicionales para la comunidad, también cuenta cómo divide su tiempo entre la cocina tradicional y el textil.

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Yo me levanto a las cinco de la mañana y empiezo a trabajar textil, tres horas después ya lo guardo y puedo hacer el trabajo de la casa y luego salgo a trabajar en el campo, porque también soy campesina. En la tarde llego a comer y empiezo a trabajar en la cocina”.

¿Qué tipo de textiles elabora? “En el mismo telar sale de todo. Hago manteles, cortinas, rebozos, gabanes, morrales, vestidos, servilletas, quemes. Son como 10 tipos diferentes de prendas y ahí mismo vas pensando lo que quieres hacer y su tamaño”.

¿Cómo aprendió la técnica? “Aprendí de mis abuelas artesanas, a quienes alcancé a conocer. Viéndolas aprendí. Después con las hermanas de mi mamá. Ahí aprendí de todo y ya después las ideas vienen solitas, así que es un trabajo que viene de generación en generación.

Ahora yo estoy dando… (conocimiento) a mis hijas, tengo tres, todas son artesanas y hacen bonitos rebozos y brocados. Y cuando entré como maestra en la comunidad empecé a enseñar a las chicas, les platico cómo aprendí y de dónde viene ese trabajo que es para mujeres, no para hombres, y es muy bonito”, explica.

¿Quién inició el trabajo textil en su comunidad? “Mis abuelas me contaban que cuando llegó aquí Tata Vasco de Quiroga nos dejó ese trabajo. No sé desde cuándo viene esa tradición”.

Juana Bravo

Comenta que su comunidad tiene una marca colectiva que preserva el estilo Santiago Angahuan y, aunque reconoce que faltan más oportunidades para exportar, ella prefiere concentrarse en la producción local.

Juana Bravo Lázaro es pieza clave del grupo de artesanas purépechas Tejedoras de Santiago Angahuan, que inició con 85 mujeres y actualmente cuenta con 500 integrantes. Para ella, asistir a las ferias es importante porque, además de los beneficios económicos, también busca promover la cultura de su pueblo. Por ello, no sólo muestra las piezas, sino que da a conocer el complejo proceso de elaboración en telar de cintura.

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