Salud

La pandemia aceleró el envejecimiento cerebral, revela un estudio clave

 

La pandemia aceleró el envejecimiento cerebral, incluso en personas que nunca se infectaron con COVID-19.

En 2020, mientras el mundo se paralizaba por una pandemia sin precedentes, pocos imaginaron que el verdadero daño no solo se contaría en contagios o muertes. Un enemigo invisible comenzaba a actuar desde adentro: el estrés crónico, el aislamiento social y la incertidumbre diaria dejaban huellas duraderas en nuestros cerebros.

Un reciente estudio liderado por científicos de la Universidad de Nottingham, publicado en Nature Communications, confirma lo que muchos especialistas temían: la pandemia aceleró el envejecimiento cerebral, incluso en personas que nunca se infectaron con COVID-19.

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El hallazgo científico que cambia la percepción de la salud cerebral

El equipo analizó resonancias magnéticas de casi mil personas en el Reino Unido. Al comparar estudios realizados antes y después del inicio de la pandemia, los investigadores descubrieron algo alarmante: los cerebros del grupo que vivió el confinamiento envejecieron, en promedio, 5,5 meses más rápido que los del grupo de control.

Lo más sorprendente fue que incluso quienes no se infectaron mostraron signos de deterioro neurológico. Esto sugiere que el entorno pandémico —el encierro, la ansiedad, el temor— tuvo un impacto biológico medible.

¿A quiénes afectó más?

Los efectos no fueron uniformes. Hombres, adultos mayores y personas de entornos desfavorecidos presentaron los mayores niveles de deterioro. El estrés acumulado parece haber activado mecanismos que afectaron la velocidad del envejecimiento cerebral, especialmente en regiones relacionadas con la memoria, la flexibilidad mental y la toma de decisiones.

«Este estudio nos recuerda que la salud cerebral no depende solo de enfermedades, sino de nuestro entorno diario», afirmó Dorothee Auer, autora principal del estudio.

¿Qué es la brecha de edad cerebral?

Utilizando inteligencia artificial, los investigadores compararon la edad real de los participantes con la «edad estimada del cerebro». Esa diferencia, conocida como “brain age gap”, fue significativamente mayor en quienes vivieron el confinamiento.

El envejecimiento acelerado no solo fue observable en imágenes, sino también en el rendimiento cognitivo: aquellos con mayor “brecha” tuvieron peor desempeño en pruebas mentales.

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Un fenómeno global: más estudios, mismos hallazgos

Otros equipos científicos llegaron a conclusiones similares. En EE.UU., un estudio del Instituto I-LABS halló que los cerebros de niñas adolescentes también envejecieron más rápido durante el confinamiento. En Argentina, investigadores del Conicet detectaron atrofias cerebrales leves en pacientes con COVID prolongado, sobre todo en personas no vacunadas.

¿Son reversibles estos efectos?

Aunque los resultados generan preocupación, los investigadores subrayan que el cerebro tiene plasticidad. Es decir, con intervenciones adecuadas —ejercicio, estimulación cognitiva, interacción social— es posible mitigar los efectos.

«Podría ser reversible, y esa es una idea esperanzadora», concluyó Ayer.

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