Sheinbaum y el ridículo
Sheinbaum y el ridículo
El Jicote, Por: Edmundo González Llaca
Lunes 4 de noviembre de 2024
Se hace el ridículo cuando se dice o se hace algo que se considera grave, importante, serio y trascendente, pero que realmente no tiene proporción con la causa; la solemne desmesura provoca risa. La Presidenta, con un discurso cotidianamente cada vez más fallido, hizo un ridículo; dentro de lo lamentable por la investidura, no deja de provocar risa. Juzguen los lectores la circunstancia y la reacción presidencial.
En una reunión en la Universidad de Harvard, reconocida como una de las más importantes internacionalmente, se celebró una conferencia en la Facultad de Derecho. El Ministro de la Suprema Corte de Justicia, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, expuso los requisitos para presentar su candidatura como Ministro: Tener un promedio de ocho en la carrera. El nivel de ese grado de “excelencia” se fijó, tal vez, pensando en lo duro que es sacarse esas calificaciones, pues el ex Presidente anduvo rondando siempre por el siete; se demandan cinco cartas de recomendación de vecinos. En ese momento los asistentes se atacaron de la risa: hay requisitos más exigentes para ingresar a un club deportivo.
Y eso que el Ministro, prudentemente, no hizo mención a la llamada por los empleados del Poder Judicial: “La tómbola de la ignominia”. Si la hubiera mencionado los asistentes habrían pensado que no estaba explicando de la Reforma Judicial en México, sino narrando un capítulo de los excesos imaginativos de García Márquez en su libro: “El otoño del Patriarca”.
La muy justificada risa en el auditorio de la Universidad de Harvard, provocó una furia homérica. Es, dijo la Sheinbaum: “Un agravio a la nación”. Sus siguientes palabras merecían tener como fondo musical el Huapango de Moncayo, ella vestida con su falda con la Virgen de Guadalupe, envuelta en la Bandera nacional. Agregó: “Nadie se burla de los mexicanos y las mexicanas. El pueblo de México tomó una decisión y la elección de jueces, y juezas. A mí me toca defender a mi pueblo, a mi país y a mi patria, y a todos los mexicanos también”
Ahora resulta que Luis XIV se quedó corto, la Presidenta no solamente es el Estado, también es el pueblo y el país. Me quedo con la cita de Sergio Sarmiento de León Daudí. “La burla es la piedra de toque de la buena calidad, lo que no puede soportar la burla, no tiene calidad suficiente”. La Reforma Judicial no resiste ni una trompetilla.
La científica asume un patriotismo muy chabacano, sin ninguna proporción por una carcajada en un espacio académico y ante una evidente locura de requisitos chafas. No contenta del ridículo, la Presidenta, agregó que la Reforma Judicial que se asestará, será: “Un ejemplo para el mundo”. No aclaró sino como ejemplo jurídico o de puntada humorística.
En los anteriores sexenios se suponía que los primeros meses del nuevo Ejecutivo eran una luna de miel; se respiraba armonía y esperanza en las relaciones del poder con la sociedad. La científica no llega al mes y ya vuelan los platos por todos lados.
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El Jicote, por Edmundo González Llaca.
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