Cultura

Pedro Infante murió el 15 de abril de 1957, hace apenas 68 años

Pedro Infante no era solo una figura pública; era un símbolo de México. Su voz llenaba cantinas, casas, radios y cines. Era el protagonista de la identidad nacional

 

En la historia de México hay fechas que duelen, que se sienten como una herida abierta en la memoria colectiva. Una de ellas es, sin duda, el 15 de abril de 1957. Ese lunes negro, mientras el país despertaba entre tazas de café y transmisiones matutinas de radio, una noticia estremeció a millones: Pedro Infante, el ídolo de México, había muerto en un accidente aéreo. Bastó una frase entrecortada al aire para provocar un silencio que se propagó como eco por todo el territorio. En minutos, el bullicio de los mercados, el vaivén de las plazas y hasta las carcajadas en las cantinas se apagaron.

La tragedia ocurrió en Mérida, Yucatán. Pedro, quien además de actor y cantante era un apasionado piloto con licencia comercial, abordó esa mañana un Consolidated B-24 convertido en carguero, con destino a la Ciudad de México. Eran las 7:00 a.m. cuando el avión despegó. No pasaron ni cinco minutos antes de que se desplomara sobre el barrio de Villas de Pacabtún, provocando una explosión que sacudió a la ciudad. Los restos ardían entre el concreto. Lo que quedaba de la cabina era irreconocible. El fuego no solo consumió el fuselaje: también encendió el inicio de un duelo nacional.

Pedro Infante

Horas después, la confirmación oficial fue un golpe directo al corazón del país: entre los restos estaba el cuerpo de Pedro Infante. Llevaba consigo su identificación como capitán segundo. Fue la certeza que nadie quería tener. La noticia se expandió por telegramas, boletines radiales, y titulares de prensa que usaron palabras como “irreparable” y “tragedia nacional”. México cayó en un luto sin consuelo. La radio, que tantas veces había transmitido su voz, se llenó de boleros y canciones rancheras en tono de despedida.

Pedro Infante: ícono de la identidad mexicana

Pedro Infante no era solo una figura pública; era un símbolo nacional. Su voz llenaba cantinas, casas, radios y cines. Era el protagonista de historias que hablaban del pueblo, del amor imposible, de la comedia ranchera y la tragedia cotidiana. Películas como Nosotros los pobres, Ustedes los ricos y Pepe el Toro lo inmortalizaron como el rostro de la esperanza en tiempos difíciles. Tenía 39 años y estaba en la cima de su carrera cuando su vida se apagó.

El país no lo pudo creer. Los teléfonos públicos se saturaron. Las redacciones colapsaron. Las iglesias comenzaron a llenarse. En cada esquina, alguien decía: “no puede ser”. En casas humildes y mansiones por igual, el llanto fue el mismo. Circularon rumores, teorías conspirativas, versiones que aseguraban que Pedro fingió su muerte para escapar de la fama. En los años siguientes, muchos juraron haberlo visto en Veracruz, en Tijuana, en Chiapas. El mito creció con su ausencia.

Su funeral fue una escena masiva de amor. Miles de personas se volcaron a las calles de la Ciudad de México. Algunos cargaban flores, otros guitarras. Muchos cantaban entre sollozos. El féretro fue acompañado como si se tratara de un líder revolucionario. Pero era algo más profundo: era el duelo de un pueblo por un hombre que parecía haber nacido de sus entrañas.

Pedro Infante

La permanencia del ídolo

Hoy, 68 años después, el 15 de abril sigue siendo una fecha cargada de nostalgia. Se le recuerda en la radio, en documentales, en homenajes caseros y en cada nota que intenta explicar lo inexplicable: cómo una sola persona pudo calar tan hondo en el alma de un país. En barrios de todo México todavía suenan sus canciones. En Garibaldi, los mariachis afinan la voz cuando lo recuerdan. Y en redes sociales, su imagen revive como si nunca se hubiera ido.

Porque Pedro Infante no murió del todo. Vive en cada estrofa de Amorcito corazón, en cada lágrima que cae al ver sus películas, y en la certeza de que aquel 15 de abril de 1957, México probó el sabor del llanto.

El accidente en el que murió Pedro Infante ocurrió en un avión Consolidated B-24 modificado, que servía como aeronave de carga de la empresa Transportes Aéreos Mexicanos. La bitácora de vuelo reportó que el despegue se realizó alrededor de las 7:00 a.m. desde el aeropuerto de Mérida, Yucatán, y la aeronave se precipitó minutos después sobre una zona habitacional. De acuerdo con reportes de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) de la época, el accidente fue atribuido a una falla en el motor izquierdo, lo que provocó una pérdida de sustentación durante el ascenso.

Pedro Infante

El accidente aéreo: detalles técnicos

Pedro Infante había obtenido su licencia de piloto en 1953 y acumulaba más de 2,000 horas de vuelo. A pesar de no ser piloto militar, ostentaba el rango simbólico de Capitán Segundo Piloto Aviador, título que portaba con orgullo. Ese día no sólo iba como pasajero: él era parte de la tripulación activa, específicamente en funciones de copiloto, junto a Marciano Bautista, el piloto a cargo, y Víctor Vidal, mecánico de vuelo. Todos murieron en el siniestro.

En cuanto al impacto cultural, cifras de la Secretaría de Gobernación de 1957 estimaron que el cortejo fúnebre de Pedro Infante reunió a más de 20,000 personas en las calles de la Ciudad de México, mientras que otros 50,000 se congregaron en las inmediaciones del Panteón Jardín, donde fue enterrado. La cobertura en medios fue sin precedentes: diarios como Excélsior, Novedades y Últimas Noticias dedicaron portadas completas al suceso durante días consecutivos.

Las teorías sobre su supuesta sobrevivencia persisten hasta hoy, alimentadas por figuras como el cantante Antonio Pedro, quien en los años 80 afirmó ser Pedro Infante bajo una identidad falsa. Aunque nunca se comprobó dicha afirmación, el caso generó múltiples libros, documentales y análisis forenses, incluyendo pruebas de ADN que refutaron dicha versión.

Banner-Samper-1280x140

Homenajes y legado actual

En abril de 2024, la Fonoteca Nacional y la Cineteca Nacional organizaron un ciclo conmemorativo titulado Pedro Infante: 67 años de inmortalidad, que incluyó proyecciones de sus películas más emblemáticas, transmisiones de sus grabaciones restauradas en audio de alta fidelidad, y mesas de diálogo sobre su influencia en la identidad mexicana. El evento fue transmitido en línea y registró más de 100,000 visitas digitales.

 

Deja una respuesta