Tecno

Avión hipersónico reutilizable supera 5 veces la velocidad del sonido

El Talon-A2 marca un antes y un después en la historia de la aviación al lograr el primer vuelo hipersónico reutilizable de EE.UU. desde 1968.

Durante décadas, el cielo ha sido la frontera más exigente para la ingeniería humana. Pero ahora, el panorama aeroespacial estadounidense se transforma con el renacimiento de un sueño: la aviación hipersónica reutilizable. En un hito sin precedentes desde los años 60, la empresa Stratolaunch ha logrado lo que parecía reservado a la ciencia ficción: recuperar con éxito un avión que viaja a más de cinco veces la velocidad del sonido.

Lo ha hecho con su vehículo Talon-A2, lanzado en marzo de este año sobre el Pacífico desde la aeronave más grande del mundo, “Roc”, y aterrizado de forma autónoma en la base de Vandenberg, California. Este logro marca la segunda vez que el Talon-A2 vuela con éxito, tras su primer vuelo en diciembre de 2024. La compañía confirmó oficialmente este avance mediante un comunicado de prensa el pasado 5 de mayo, celebrando la madurez de un sistema que podría cambiar para siempre el modo en que entendemos el transporte aéreo, los ensayos militares y, a largo plazo, incluso los viajes comerciales.

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La revolución hipersónica despegó… desde el aire

Stratolaunch no es una novata. Fundada por el cofundador de Microsoft, Paul Allen, la empresa llevaba años desarrollando un sistema de lanzamiento aéreo que inicialmente pretendía competir en el mercado de los satélites. Pero tras varios cambios estratégicos —y la muerte de Allen— su objetivo dio un giro radical: convertirse en una plataforma de ensayos para tecnologías hipersónicas. Y vaya si lo ha conseguido.

El Talon-A2 no se lanza desde tierra. Se desprende desde las alturas, colgado del fuselaje central de Roc, una colosal aeronave de doble cuerpo con una envergadura de 117 metros. Una vez liberado, enciende su motor Hadley —alimentado por queroseno y oxígeno líquido— y acelera en cuestión de segundos hasta romper la barrera de Mach 5, es decir, cinco veces la velocidad del sonido. Luego, completa una serie de maniobras exigentes y aterriza suavemente sobre una pista convencional, listo para volver a volar.

¿Por qué es tan importante?

Este avión, que recuerda a una versión miniaturizada del transbordador espacial, representa un avance mayúsculo. No solo por su velocidad, sino porque es reutilizable. Tradicionalmente, los vuelos hipersónicos han sido cosa de misiles o cápsulas que cruzan brevemente esta frontera física antes de desintegrarse o caer al mar. Pero el Talon-A2 ha demostrado que se puede hacer mucho más: volar rápido, controlar la trayectoria y regresar intacto.

La reutilización reduce drásticamente los costes. Permite programar ensayos con mayor frecuencia y recoger datos de múltiples vuelos sin reconstruir el vehículo desde cero. Y abre la puerta a que este tipo de tecnología, hoy exclusiva del ámbito militar, encuentre aplicaciones más allá del campo de batalla.

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Para entender la dimensión histórica de este avance, hay que remontarse a la era del X-15, el mítico avión-cohete de la NASA que alcanzó vuelos suborbitales en los años 60. Desde entonces, ningún aparato estadounidense reutilizable había vuelto a volar de forma hipersónica. Ni siquiera la NASA había logrado replicar algo así con programas como el X-43 o el X-51, que pese a sus éxitos, fueron costosos y efímeros.

El Talon-A2, sin embargo, no tiene piloto. Es totalmente autónomo. Y eso no es un detalle menor: a esas velocidades, las fuerzas G son tan intensas que sobrepasan los límites tolerables por el cuerpo humano. Automatizar estos vuelos permite explorar maniobras más complejas y zonas atmosféricas más extremas sin poner vidas en peligro.

Tecnología probada, datos recuperados

Uno de los aspectos más destacables del último vuelo del Talon-A2 ha sido la recuperación inmediata de sus cargas útiles. En ambos vuelos —diciembre y marzo— el aparato transportó instrumentos experimentales para el Departamento de Defensa de EE.UU., que tras el aterrizaje pudieron ser analizados y reutilizados. Esto es crucial para acelerar el desarrollo de tecnologías que deben sobrevivir a condiciones extremas: sensores, materiales, sistemas de comunicación…

Y todo forma parte del programa MACH-TB, una iniciativa del Pentágono destinada a crear una plataforma de pruebas versátil para tecnologías hipersónicas. En colaboración con Leidos, empresa contratista del Departamento de Defensa, Stratolaunch se ha posicionado como uno de los actores clave para ensayar estas tecnologías a un ritmo hasta ahora impensable. El objetivo es claro: pasar de una docena de vuelos hipersónicos al año… a más de cincuenta.

EE.UU. no actúa en el vacío. China lleva la delantera en el desarrollo de misiles hipersónicos operativos desde 2019. Rusia también afirma haber desplegado el Avangard, un sistema que se mueve en esta peligrosa frontera del vuelo. Lo que diferencia a estas armas es su capacidad de maniobra y su altísima velocidad: cruzan el cielo como un rayo, demasiado rápido para los sistemas de defensa tradicionales.

En este contexto, el Talon-A2 no es un arma, sino un banco de pruebas. Pero podría ser la llave para desarrollar las próximas generaciones de armamento hipersónico, más preciso, más resistente y —sobre todo— más asequible.

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Próxima parada: un Boeing 747

Y esto no ha hecho más que empezar. Stratolaunch ya prepara su siguiente vehículo: el Talon-A3, que verá la luz a finales de este año. Y lo hará desde una plataforma más flexible: un Boeing 747 adquirido tras la quiebra de Virgin Orbit. Esta nueva nave, rebautizada como “Spirit of Mojave”, permitirá lanzar vuelos desde más puntos del planeta, eliminando la dependencia de una sola pista o una sola aeronave.

El futuro del ensayo hipersónico se democratiza, se acelera y se automatiza. Lo que hasta hace poco parecía un lujo exclusivo de las superpotencias, podría convertirse en una herramienta de desarrollo industrial, científico y tecnológico a nivel global.

El comunicado oficial de Stratolaunch destaca que estos vuelos suponen un paso gigante no solo para la empresa, sino para la industria aeroespacial estadounidense. La combinación de velocidad, autonomía, reutilización y recuperación posiciona al Talon-A2 como uno de los proyectos tecnológicos más prometedores del año.

Estados Unidos vuelve así al mapa del vuelo hipersónico con una apuesta ambiciosa, práctica y, sobre todo, repetible. Las pruebas continúan. La velocidad se incrementa. Y el cielo —otra vez— parece no tener límites.

El avance ha sido publicado en un comunicado de prensa oficial de Stratolaunch.

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