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La Semana Santa que México guarda en sus rituales: Tejidos de Memorias

 

La Semana Santa que México guarda en sus rituales: Tejidos de Memorias

Por Ofelia Muñoz Catalán

La Semana Santa en México es un lienzo vivo donde se plasman memorias ancestrales, sincretismos y prácticas comunitarias que trascienden lo religioso para convertirse en pilares de identidad. Reconocida por la UNESCO como patrimonio inmaterial, en España por Real Decreto 384/2017, de 8 de abril en Europa y por su parte en Centro América a Guatemala se le otorgó esta inscripción el 30 de noviembre de 2022 .

Centrándonos en territorio nacional mexicano hablaremos de esta celebración que encarna técnicas artesanales, rituales colectivos y expresiones artísticas que definen la mexicanidad. En 2025, este legado se despliega con fuerza en lugares emblemáticos, entre los que destacan como Tenancingo, en el Estado de México, Puebla y Tabasco cuyas tradiciones enriquecen el mosaico cultural nacional.

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Tenancingo, Estado de México: El Rebozo “Luto de aroma”

Es un rebozo negro llamado por los maestros y maestras de artesanos locales como «Luto de aroma» porque es un símbolo tejido de memoria y trascendencia es confeccionado exclusivamente con tintes naturales con una preparación conocida como tinta de fierro, esta prenda se reserva para tres momentos de religiosidad: la Semana Santa -Viernes Santo-, Día de Muertos y los sepelios. Anteriormente hasta mediados del siglo XX, las mujeres eran
enterradas envueltas en él como mortaja, un ritual que vinculaba la vida y la muerte en un mismo lienzo.

En la actualidad, durante la Procesión del Silencio del Viernes Santo, las mujeres de Tenancingo lo portan con solemnidad, cubriendo sus cabezas como un manto de duelo colectivo. Lo singular es su nombre: «de aroma», porque utilizan la técnica de refino, que consiste en hervir todas las plantas que se utilizan como romero, rosa de castilla, canela, hojas de guayabo, hojas de naranjo y pericón, heredando un perfume que evoca el luto y la esperanza.

¿Por qué este rebozo es patrimonio inmaterial?

Sincretismo: Fusiona símbolos prehispánicos (el culto a la muerte) con el catolicismo.

Técnica ancestral: El teñido con ingredientes naturales que han pasado por los procesos de endoculturación para transmitir, la técnica de los maestros textileros.

Ritual vivo: De mortaja a prenda procesional, encarna la resiliencia de lo sagrado.

Este rebozo no es solo un accesorio: es un puente entre los vivos y los muertos, entre el dolor y la belleza. En un mundo de prisas, Tenancingo enseña que algunas tradiciones no se heredan: se tejen.

Puebla: El Pipián de Vigilia, Sabor que Unge el Alma

En Puebla, las procesiones son custodias de un barroco vivo. Las hermandades, como la del Santo Entierro, cargan pasos tallados en madera estofada del siglo XVIII, mientras corales entonan misereres en latín. Aquí, el patrimonio inmaterial se preserva en la gastronomía, con platillos como el pipián de vigilia, revela cómo los sabores se convierten en actos litúrgicos.

El pipián de vigilia se erige como un platillo ritual que trasciende lo gastronómico. Este guiso, permitido durante la Cuaresma por su abstinencia de carne, es un acto de creatividad devocional: una mezcla de semillas de calabaza y cacahuate molidas en metate, espesadas con masa de maíz nixtamalizado y aromatizadas con hoja santa y clavo. Lo
singular es su versión de vigilia: en lugar de pollo, lleva romeritos —una hierba salitrosa— y nopales, simbolizando la unión entre el desierto y el valle.

Detalles que lo convierten en patrimonio inmaterial:

Origen mestizo: Fusiona técnicas de los pueblos nativos (molido en metate) con ingredientes europeos (especias), creando un sincretismo culinario.

Geografía en un plato: Los romeritos crecen en suelos alcalinos de la región de Cholula, vinculando el platillo a la tierra.

Ritual familiar: Las abuelas enseñan a balancear el picante con el dulce, diciendo: «El pipián debe saber a Viernes Santo: amargo como el luto, pero dulce como la resurrección». (Memoria Colectiva Poblana).

En mercados como el de La Acocota, ubicado en el barrio de La Luz se venden las «bolas de pipián» —masa prensada de semillas y especias—, listas para diluirse en caldo. Este formato, heredado del siglo XVII, era usado por monjas para asegurar la tradición en días de recogimiento.

El pipián no es solo comida: es un código cultural. Cada cucharada cuenta la historia de un pueblo que convirtió la abstinencia en un banquete de identidad.

Tapijulapa, Tabasco: La Pesca de la Sardina Ciega, un Ritual Zoque

En el Pueblo Mágico de Tapijulapa, enclavado entre las selvas húmedas de Tabasco, el Domingo de Ramos no se celebra con palmas, sino con redes invisibles de fe. La Pesca de la Sardina Ciega es un ritual ancestral zoque que desafía la lógica: cientos de habitantes se sumergen en las aguas turquesas del río Oxolotán para atrapar, con las manos desnudas, a la sardina ciega (Stygichthys typhlops), un pez endémico sin ojos que habita en cuevas subacuáticas. Este acto, más que una tradición, es un diálogo milenario entre el ser humano y los misterios de la naturaleza.

Origen: Cuando los Dioses Zoques Habitaron las Cavernas

La leyenda narra que la sardina ciega fue un regalo de Totsi’, dios zoque de las aguas, para enseñar a su pueblo a respetar lo invisible. Los antiguos creían que estos peces eran guardianes de las cuevas, donde se escondía el alma de la tierra. Con la llegada del cristianismo, el ritual se fusionó con el Domingo de Ramos: la sardina, símbolo de humildad (por su ceguera), se convirtió en metáfora de los fieles que «buscan a Cristo en la oscuridad».

El Ritual: Entre el Sudor, el Río y el Rezo

1. Purificación: Al amanecer, los «pescadores espirituales» (hombres y mujeres elegidos por la comunidad) se limpian con humo de copal y rezan en lengua zoque frente a la iglesia de Santiago Apóstol, construida sobre un antiguo adoratorio.

2. La Captura: Descalzos y con ropas blancas, entran al río. La técnica es ancestral: se colocan en círculo, golpean el agua con varas de jonote para «despertar» a las sardinas, y las atrapan con movimientos suaves, imitando cómo los antiguos pescaban sin dañar el ecosistema.

3. La Ofrenda: Las sardinas se colocan en recipientes de barro y se llevan a la iglesia, donde el sacerdote las bendice. Después, son liberadas de nuevo al río, un acto que simboliza la resurrección y el ciclo de la vida.

Simbolismo:

La sardina sin ojos: Representa la fe que no necesita ver para creer, y la humildad de un pueblo que históricamente ha resistido en la sombra (los zoques fueron desplazados por mayas y aztecas).

El agua del Oxolotán: Sus corrientes se consideran un «vehículo de memoria», pues conectan las cuevas sagradas con la iglesia colonial, uniendo pasado y presente.

La liberación: Devolver las sardinas al río es un pacto ecológico y espiritual.

Este ritual, declarado Patrimonio Cultural Intangible de Tabasco en 2018, enfrenta desafíos: la contaminación del río y la reducción de la sardina ciega por especies invasoras, sin embargo, la comunidad responde con acciones de conservación: Veda sagrada: Solo se pesca un día al año, y está prohibido usar métodos invasivos; Educación zoque: Niños aprenden en la escuela la historia de la sardina y su significado ecológico; Turismo responsable: Visitantes pueden observar, pero no participar, preservando el carácter sagrado.

La Semana

En Tapijulapa, la Semana Santa no se mira: se siente con las manos en el agua. Este ritual enseña que la verdadera cultura no es la que se exhibe, sino la que se vive, se suda y se devuelve al mundo con reverencia. Como dice un refrán local: «El río no tiene dueño, pero sí memoria».

Cada ritual, cada objeto artesanal, es un grito de resistencia tejido con memorias. En 2025, estas tradiciones no solo conmemoran la Pasión de Cristo: celebran la osadía de un pueblo que reinventa su legado sin pedir permiso.

Preservarlas exige más que aplausos: demanda honrar a sus guardianes invisibles —artesanos que tallan identidad, danzantes que encarnan mitos, cocineras que sazonan historia—. Porque el patrimonio inmaterial no es un fósil: late cuando se comparte con las manos de tinta de fierro y pipián de vigilia , se comparte entre risas de niños que juegan a atrapar sardinas ciegas, y se transforma al ritmo de un mundo que, aunque gira rápido, no logra borrar sus raíces.

Por Ophelia Muñoz Catalán. Catedrática e Investigadora de Patrimonio Cultural

Opinión cultural, crónicas y recomendaciones.

 

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