Enfermedad y poder
Enfermedad y poder, Desde la Izquierda, Por: Ulises Gómez de la Rosa.
Las ausencias presidenciales por enfermedad son más comunes de lo que se piensa, en el presidencialismo moderno Fox, Calderón y Peña Nieto fueron intervenidos quirúrgicamente, anestesiados y dejando el poder momentáneo en manos de Secretarios del Gabinete. Enfermedad, Enfermedad, Enfermedad, Enfermedad, Enfermedad
Es más común todavía que los presidentes sean herméticos respecto a su salud, la conseja política dice que es para no mostrar debilidad. Los episodios de enfermedad o muerte que los separó del cargo momentánea o definitivamente son específicos, como por ejemplo Adolfo Ruiz Cortines, que ocultó su mal y se rehusó a ser anestesiado para ser operado del apéndice manteniendo así la conciencia y el control sobre el poder. Lo cierto es que ante un hecho de esta naturaleza siempre se corre el riesgo de perder estabilidad económica, política y social.
En 1930 Pascual Ortiz Rubio sufrió un atentado. Permaneció tres meses hospitalizado y a merced de sus opositores políticos, quienes, al lado del “Jefe Máximo de la Revolución”, Plutarco Elías Calles, hicieron insostenible su gobierno y terminó por renunciar. Solo dos Presidentes han muerto en funciones, Benito Juárez y Venustiano Carranza siendo este último el de más consecuencias.
López Obrador ha tenido varios episodios de salud durante su mandato, hasta ahorita ha sido más la especulación que la realidad sobre una crisis que lo ausente del ejercicio del poder. Hoy toman fuerza las teorías conspirativas, el momento político que se vive hace que muchos deseen se retire de una u otra manera, aunque en el fondo saben que una muerte repentina haría de él un mártir entre sus seguidores y como el CID Campeador ganaría su última batalla electoral aún después de muerto.
¿Qué hubiera pasado si el Presidente fallece? A diferencia de 1994 donde Salinas mantenía control sobre la sucesión ante el asesinato de Colosio, aquí las cosas serían muy diferentes, de entrada las reglas del juego cambiarían drásticamente más allá del protocolo constitucional.
La hoja de ruta sería otra, no habría ese gran elector que definiría y aplacaría las cosas, cada corcholata tendría que pertrecharse en sus activos políticos, sus alianzas y pactos internos, sopesar su imagen en el electorado cautivo y sus alcances sociales; la descomposición del proceso interno empezaría por desconocer el método de elección y los poderes fácticos jugarían un papel predominante.
Gabinete, Gobernadores, la Suprema Corte, el Ejército, las Cámaras de Senadores y Diputados tendrían que tomar partido sin conducción ni influencia alguna, solo poniendo sus intereses sobre una mesa de negociación que estaría a la espera del más audaz en donde no se descartaría el regreso de una élite militar asumiendo el poder.
Pero eso no sucedió, las teorías sobre su váguido estuvieron fuera de orden, hubo quien hasta comparó el momento con Venezuela que ante la muerte de Hugo Chávez se tuvo que ocultar para destrabar un conflicto de poderes que determinaría a un sucesor.
Cual va siendo la sorpresa que resucitó al tercer día callando con ello a esos agoreros de la desgracia. Quizás después de este episodio las señales de la sucesión tendrán que ser más claras y anticipadas, por lo pronto, quiérase o no, Adán Augusto toma la delantera con un protagonismo natural que le dió el momento, demuestra lealtad y talento para mantener la estabilidad del gobierno frente a la perplejidad, solo falta que el Presidente en una mañanera le reconozca su actuación y le diga que tiene los tamaños para ser su sucesor.
Ulises Gómez de la Rosa
Presidente Estatal de Acción Sí AC / Mis redes : ulisesgrmx@yahoo. com.mx Facebook @Ulises Gómez R / Twitter @Ulisesgrmx
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